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Iglesia en Vivo - Chile

El segundo domingo de adviento

(Azul o púrpura)

 

Jesús es mensaje eterno

Preparemos su camino.

Reconozcamos necesitarlo.

Vivamos en su ejemplo.

 

Parte 1: Preparando el Camino del Señor

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, gracia y paz a cada uno, quien cree en nuestro salvador a vida eterna, el príncipe de paz.

La sabiduría que viene de lo alto, la Palabra de Dios, nos lleva hoy al inicio del Evangelio según Marcos, capítulo 1, versículos del 1 al 8. Este pasaje nos presenta a Juan el Bautista, un hombre enviado por Dios para preparar el camino del Señor. En este relato, encontramos valiosas lecciones que resuenan profundamente con la doctrina de nuestra amada iglesia reformada luterana confesional.

  1. ((Marcos 1:1 Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.))

El versículo 1 de nuestro texto, comienza anunciando las buenas nuevas, el evangelio acerca de Jesucristo, el Hijo de Dios, el único y verdadero mensaje eterno.  Esta declaración nos sumerge de inmediato en el corazón del Evangelio, centrando nuestra atención en el único que puede salvarnos. La Reforma Luterana siempre ha insistido en el Cristo céntrico mensaje de las Sagradas Escrituras, la base de nuestra predicación y enseñanza. Recordándonos, que es solo a través de Él, que encontramos la gracia y el perdón, y solo en Él tenemos la fuerza y el poder de la palabra de Dios que nutren nuestras vidas, como el más precioso alimento espiritual.

 

La Predicación de Juan y el Llamado al Arrepentimiento

  1. ((Marcos 1:4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. 
    1:5 Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.)) 

Juan el Bautista, como precursor de Cristo, cumplió su misión bautizando en el desierto y proclamando un mensaje de arrepentimiento, para el perdón de los pecados (versículos 4-5). Este acto de bautismo no era un mero ritual; era un llamado a la transformación interna, a un cambio radical de mente y corazón. De manera similar, nuestra iglesia hoy continúa proclamando la necesidad del arrepentimiento, recordándonos que, solo a través de la confianza en Cristo podemos obtener el perdón de nuestros pecados, y solo en Él obtenemos el poder transformador de su amor, que nos permite cumplir su gran mandamiento: 

  1. ((Amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. ))

Entonces a través de Jesús es que Dios salva, y solo en su Emmanuel, que es Dios con nosotros tenemos la fuerza y el poder transformador para asirnos a su Salvación.  Pero no es solo el decirlo, como un eslogan o algo políticamente correcto. No, el compromiso de Dios para con nosotros fue y es, en amor perfecto. Jesús, el Cristo de Dios, el verbo hecho carne y sangre, (Filipenses 2:6-11) se despojó de su deidad y se hizo siervo, vivió entre nosotros en tiempo y lugar humanos, siendo perfecto, sin pecado ni mancha. El cordero perfecto que se sacrificó por nosotros, humillándose y cumpliendo en todo la voluntad del Padre, para ser propicio ante Dios por amor. Y es ese amor, de quien nos amó primero, el que nos impulsa al cambio viviendo nuestra vida de santificación. Mientras que no valoremos y dimensionemos el amor de Dios en Jesús por nosotros, nuestro cambio será cosmético, es decir superficial, como la semilla que cae entre espinos o a la orilla del camino. En cambio,  conociendo y valorando de corazón la obra de Jesús por mí, como mi Salvador personal, es que viviré una vida de santificación orando y velando hasta la venida del Rey y Señor de todo y de todos, en el día final.

La Reforma Luterana nos enseña que el arrepentimiento es un don de Dios, una obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.

  1. ((Marcos 1:8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo. ))

En nuestro texto, en el versículo 8, Juan declara que él bautiza con agua, pero viene uno más poderoso que él, que bautizará con el Espíritu Santo. Aquí vemos la distinción entre el bautismo de Juan y el bautismo que Jesús trae. Este último no es simplemente externo; es una obra divina que transforma nuestras vidas desde adentro hacia afuera, como antes lo hemos detallado.

 

Parte 2: La Doctrina de Ley y Evangelio, reconociendo la necesidad de un Salvador.

Queridos hermanos, ahora nos adentraremos en la segunda parte de nuestro sermón, centrada en la doctrina fundamental de ley y evangelio. La Reforma Luterana confesional sostiene que la ley nos muestra nuestro pecado y nuestra incapacidad para salvarnos a nosotros mismos, mientras que el evangelio nos revela la gracia redentora de Dios en Cristo.

Reconociendo Nuestra Necesidad de un Salvador

En el versículo 4, Juan predicaba un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados. Aquí vemos la aplicación práctica de la ley, que nos confronta con nuestra necesidad de arrepentirnos. La ley primero como freno, nos muestra que al pecar es imposible sostenernos entre nuestros cercanos, a veces incluso entre nuestra propia familia, ya que la avergonzamos y hacemos difícil su vida. El décimo mandamiento nos frena de codiciar la mujer o las personas que sirven a nuestro prójimo. El noveno mandamiento nos frena de no codiciar la casa de nuestro prójimo. El octavo mandamiento nos frena de no mentir, ni inventar contra nuestro prójimo cosas que lo calumnien, lo difamen o por lo que lo traicionemos. El séptimo mandamiento y a pesar de alguna necesidad material nos frena de hurtar el dinero o los bienes de nuestro prójimo. El sexto mandamiento nos frena a ser una sola carne, solo con nuestra esposa y a no piñizcar la uva ajena. El quinto mandamiento nos frena de no enrabiarnos para no dañar a nuestro prójimo y llegar a desear o planificar su muerte. El cuarto mandamiento nos frena a no dejar de respetar y obedecer a nuestro Padre y a nuestra madre. Sin freno el pecado se minimiza, se hace tolerante y se convierte en algo malamente “Natural” y parte de nuestra vida.

 

La ley como espejo, nos muestra en nuestro propio reflejo pecaminoso, la realidad amarga de nuestro pecado y nos lleva a reconocernos como pecadores necesitados de la gracia salvadora de Dios.

La Reforma Luterana confesional, destaca la importancia de esta convicción de pecado, y al sabernos pecadores, que podamos comprender la magnitud de la obra redentora de Cristo. Sin el reconocimiento de nuestra propia indignidad, la gracia de Dios pierde su profundidad y significado. Si toleramos el pecado, la gracia es desechada en nuestras vidas, la despreciamos, así como invalidamos la entrada a vida eterna.

 

El Salvador que Nos Lleva a la Vida Eterna

  1. ((Marcos 1:7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. ))

El versículo 7 nos presenta la humildad de Juan, quien reconoce que viene uno más poderoso que él. De manera similar, nuestra doctrina enfatiza que no somos el centro de la historia de la salvación; sino que, Cristo es el Salvador supremo. La Reforma Luterana confiesa que la obra de Cristo es suficiente para nuestra redención y que, al apropiarnos de esta gracia por medio de la fe, somos llevados a la vida eterna.

Queridos hermanos y hermanas, al reflexionar sobre estos versículos desde la perspectiva de nuestra doctrina luterana confesional, recordemos que somos llamados a proclamar la centralidad de Cristo, a llamar a la gente al arrepentimiento, y a confiar en la obra del Espíritu Santo que transforma nuestras vidas y sobre todo en esta temporada de Adviento celebrar la venida de Jesús, el niño que vivió una vida perfecta por nosotros y murió para salvarnos, pero que volverá a venir como el Rey de Reyes y Señor de Señores, soberano de toda la creación. En la fuerza y el poder que la Palabra de Dios nos da, y la obra del Espíritu Santo en nosotros, podemos vivir una vida de santificación instando y ayudando a nuestro prójimo a conservar el amor de su esposa y aumentar sus bienes y resguardarlos, cooperando con él para la conservación de lo que le pertenece. También que disculpemos a nuestro prójimo pensando siempre lo mejor e interpretando de él todo, en el mejor sentido. Custodiando sus bienes materiales y sus negocios. En tanto que, con nuestra esposa llevar una vida casta y honesta en palabras y obras, amándonos y honrándonos mutuamente. Protegiendo la vida de nuestro prójimo de todo peligro y necesidad. Honrando y sirviendo a nuestros padres, amándoles y estimándoles de gran manera, para recibir las promesas de Dios en longevidad. Así al amar al prójimo, mejor aún podemos en amor mantenernos ligados a su palabra, guardando el día de reposo, usando el Santo nombre de Dios para alabarlo, adorarlo e invocarlo en nuestras necesidades, dándole gracias y temiéndole y amándole y confiando en Él sobre todas las cosas.

 

En una vida de santificación, contrición y arrepentimiento de corazón, Velando y orando esperamos esta venida, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo nos guíe y fortalezca en esta tarea. Amén.

 
  1. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestras mentes, en ​Cristo Jesús, mensaje y ejemplo para  vida eterna. Amén




 

Tema del día: Hoy celebramos el segundo domingo de adviento.  Como vimos el domingo pasado, la palabra Aadviento@ quiere decir Ala venida@.  Dios en su amor envió a Juan el Bautista para preparar los corazones de la gente para la venida de su Salvador Jesucristo.  El mensaje de Juan el Bautista fue un mensaje de arrepentimiento.  Hoy en día, nosotros también nos preparamos para la segunda venida de Cristo al confesar nuestros pecados a Dios y al confiar en su perdón.

 

La Colecta: Mueve nuestros corazones, Señor, para preparar el camino de tu unigénito Hijo, a fin de que mediante su advenimiento seamos capacitados para servirte con mentes puras; por el mismo Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

La Primera Lectura: Isaías 40:1-11 En esta lectura, Dios por medio de su profeta Isaías profetiza del Mesías y también del profeta que iba a preparar su camino.  El mensaje de los dos consiste de ley y evangelio. AToda la carne es hierba...la hierba se seca...mas la Palabra del Dios nuestro permanece para siempre.@

40:1 Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. 
40:2 Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados. 
40:3 Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. 
40:4 Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. 
40:5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado. 
40:6 Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. 
40:7 La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. 
40:8 Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. 
40:9 Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro! 
40:10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. 
40:11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas. 

El Salmo del Día: Salmo 85, p. 198

Súplica por la misericordia de Dios sobre Israel 
Al músico principal. Salmo para los hijos de Coré. 

85:1 Fuiste propicio a tu tierra, oh Jehová; 
Volviste la cautividad de Jacob. 
85:2 Perdonaste la iniquidad de tu pueblo; 
Todos los pecados de ellos cubriste. Selah 
85:3 Reprimiste todo tu enojo; 
Te apartaste del ardor de tu ira. 
85:4 Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, 
Y haz cesar tu ira de sobre nosotros. 
85:5 ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre? 
¿Extenderás tu ira de generación en generación? 
85:6 ¿No volverás a darnos vida, 
Para que tu pueblo se regocije en ti? 
85:7 Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia, 
Y danos tu salvación. 
85:8 Escucharé lo que hablará Jehová Dios; 
Porque hablará paz a su pueblo y a sus santos, 
Para que no se vuelvan a la locura. 
85:9 Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen, 
Para que habite la gloria en nuestra tierra. 
85:10 La misericordia y la verdad se encontraron; 
La justicia y la paz se besaron. 
85:11 La verdad brotará de la tierra, 
Y la justicia mirará desde los cielos. 
85:12 Jehová dará también el bien, 
Y nuestra tierra dará su fruto. 
85:13 La justicia irá delante de él, 
Y sus pasos nos pondrá por camino.

 

La Segunda Lectura: II Pedro 3:8-14 San Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, describe la paciencia de Dios, su deseo que todos los hombres se arrepientan, y la repentina segunda venida de Cristo.  Nosotros esperamos su venida; esperamos los Acielos nuevos y tierra nueva@ sin temor y llevando vidas agradecidas, porque sabemos que la salvación es nuestra en Cristo Jesús

3:8 Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 
3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 
3:10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 
3:11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 
3:12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 
3:13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. 
3:14 Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. 
 

 

El Versículo: (Aleluya! (Aleluya! Preparad el camino del Señor, haced derechas sus sendas; toda carne verá la salvación de Dios. (Aleluya!

 

El Evangelio: Marcos 1:1-8 Antes de que vino Jesucristo nuestro Salvador al mundo, Dios envió a Juan el Bautista para preparar los corazones de los hombres, cumpliendo con lo que había profetizado por medio del profeta Isaías.  Su mensaje fue un mensaje de Aarrepentimiento para perdón de los pecados.@  Hoy en día, este mensaje que Juan proclamó en el desierto nos ayuda a preparar nuestros corazones para la segunda venida de Cristo.

 

1:1 Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 

1:2 Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. 
1:3 Voz del que clama en el desierto: 
Preparad el camino del Señor; 
Enderezad sus sendas. 
1:4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. 
1:5 Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 
1:6 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. 
1:7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. 
1:8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo. 
            




 

Algunos himnos sugeridos:

Cantad al Señor:

1    A ti loor y gloria

2    Ven, Jesús muy esperado

3    Oíd su voz

48    Busca primero el reino de Dios

53    Seguidme a mí, dice el Señor

54    Santo Espíritu llena mi vida

 

Culto Cristiano:

1-7    Los himnos para el Adviento

55    Jerusalén, despierta

202    Oí la voz del Salvador

207-217 Los himnos para arrepentimiento y confesión